Siento orgullo del pasado del mañana y del presente,
siento orgullo de mi hinchada soberana y diferente,
siento orgullo verdadero, natural y muy profundo
porque siempre será Racing el primer campeón del mundo.
Siento orgullo de mí mismo por haberle concedido
a la sangre de mi sangre el valor de este cariño;
caso insólito por cierto siento orgullo por el predio
construido por los hinchas con su esfuerzo y su desvelo.
Siento orgullo del estadio gran cilindro de ilusiones
por aquel “tricampeonato" y la copa Libertadores,
tuve orgullo en la victoria y también cuando perdimos
alzo mi frente en la gloria pero más en el abismo.
Siento orgullo de Pizzutti de Barrera y de Corbatta,
del inmenso Federico, de Bravo, Sosa y Dellacha,
siento orgullo por el Bocha por el Chueco y Rúben Paz
por Cejas, Méndez y Sued, Salomón y el Mariscal.
Siento un júbilo sincero por los siete campeonatos
por aquella Supercopa, la del Coco y la del Pato,
siento orgullo por La Bruja, por El Piojo y por El Chango
y un eterno compromiso con Mostaza y sus muchachos.
Otros dicen que son grandes pero inmersos en penuria
dan vergüenza en las tribunas exponiendo su amargura,
jamás llenarán una cancha sin jugarse algún partido
mucho menos dos estadios como Racing ya lo hizo.
No me importa que me tilden de soberbio y petulante
yo no soy el responsable de esta gloria incomparable,
de local o visitante desplegamos las banderas
y ese orgullo inquebrantable que es amar a la Academia.
“ Bajo el Sol de Avellaneda ”
No es un domingo cualquiera bajo el sol de Avellaneda,
en sus calles y avenidas se percibe un tenso clima
el clásico ciudadano hoy se juega una vez más.
De este lado hay una fiesta, mucho ingenio y alegría,
una hinchada que fascina y al contrario causa envidia,
por su aliento inalterable y su eterno carnaval.
Tan distinta es la de enfrente con su pena permanente,
sumergida en la tristeza y el silencio de su gente
que jamás de la amargura podrá ser independiente.
El cilindro está en silencio visitamos al vecino,
cada vez que entro a esa cancha miro al cielo y me persigno,
implorando que no haya, accidentes ni heridos.
El partido ha comenzado, pierna fuerte y enredado,
la pelota que va y viene no comprende su maltrato,
yo entre tanto me sorprendo, creo que el rojo está cantando.
Como siempre lo que dicen, no se escucha ni se entiende,
por más que pongan empeño y quieran disimularlo
son ajenos a la fiesta y alentar les sale raro.
Ángel Sánchez se equivoca por supuesto en nuestra contra,
demostrando porque dicen que es un pinche de Grondona,
sin razón y desde lejos a Chatruc le saca roja.
Prontamente se redobla el aliento de mi gente,
el equipo se da cuenta apretando más los dientes,
ya estaba al caer la gloria de los pies del “Chanchi Estévez”.
El festejo es asombroso y el abrazo interminable
un gozo inconmensurable que contrasta con el dolor
de aquellos que nos deseaban la maldita promoción.
La fiesta de nuestra gente siguió por un rato largo,
como nunca la ciudad se vistió de celeste y blanco,
demostrando aunque no haga falta que es tan sólo La Academia,
la que existe y la que manda “bajo el sol de Avellaneda”
No hay comentarios:
Publicar un comentario